La Vida está cargada de vaivenes. De alegrías y tristezas. De sorpresas. Algunas agridulces, otras deseadas…
A veces queremos que la vida sea «lineal», sin sobresaltos… ¿realmente eso es Vida?
Intentamos huir del dolor, evitar lo que nos han dicho que es negativo, escapar de nosotros mismos y de nuestras emociones.
No nos damos cuenta que, la Vida con mayúsculas es cambio. Altibajos, una sucesión de acontecimientos y emociones.
Tras esta semana de ausencia donde he podido experimentar todo ésto, os cuento:
Sábado 27/Mayo: celebramos sendos cumpleaños (en Málaga), mi hermana (procedente de Almería), unos amigos y yo; junto a mi madre. Ella, con diagnóstico de ELA desde hace tres años y con una evolución galopante.
Lunes 29/Mayo: la emoción-felicidad me embriaga. Recibo multitud de muestras de cariño y felicitaciones de todos/as vosotros/as. Mientras me disponía a celebrarlo con unos familiares recién llegados, recibo una llamada del centro donde residía mi madre.
Nada me hacía esperar lo peor. Y así fue. Mi madre acababa de fallecer.
Sabíamos que antes o después iba a ser porque su deterioro era muy pronunciado y cada día era un sufrimiento para ella y para nosotros verla de esta manera. Pero nunca te lo esperas.
Tras el dolor, llegó la sensación de liberación y aceptación de un proceso que debía acabar. Sensaciones de paz, liberación y calma.
Cierta emoción de alegría por no haberse prolongado un sufrimiento innecesario, sin atisbo de esperanza. Alegría de haber conseguido… el descanso.
Seguida a la ACEPTACIÓN llegaron: el caos, incomprensión, incertidumbre, mal presagio, incredulidad, aturdimiento.
Recibo una llamada del hospital preguntándome si era familiar de… ¿mi madre? No. Familiar de mi tío, hermano pequeño de mi madre.
Sin que nadie pudiera explicarme nada por teléfono no podía hacer nada más que esperar otra llamada de teléfono cuando supieran algo de lo sucedido.
Y es cuando leo: «tito Paco ha fallecido de un infarto».
«Esto no puede ser verdad. Increíble, no es posible, si acabo de hablar con él hace unas horas y estaba sereno. Había encajado bien la noticia de mi madre»…
No me quedaba más que confirmar lo ya enunciado, de viva voz está vez, por familiares presentes.
Dos pérdidas importantes en un día de celebración y jolgorio. Lo demás, os lo podéis imaginar.
¿Que cómo me siento ahora?
Feliz, porque mi madre pudo descansar. Lo necesitaba.
Apenada por la ausencia de mi tío porque «no parecía que tuviera que tocarle a él ahora».
Reforzada en mi creencia de que la muerte forma parte de la Vida desde que nacemos. Estamos expuestos. Es algo natural y necesario aunque «incomprensible», a veces.
¿Cómo he podido positivizar lo vivido? Entendiendo que esta experiencia dolorosa es un regalo. El regalo de la resiliencia que ellos me han dejado.
¿Cuál está siendo la enseñanza?
Que somos «finitos», materialmente hablando.
Que permanecemos infinitos mientras nuestro recuerdo y el de nuestros seres queridos se mantenga vivo en nuestros pensamientos.
Que de nada sirve resistirse, negar, evitar y lamentarse o autocompadecerse. Únicamente para ofuscarse y estancarse.
Entender que hay una parte en la que sí podemos influir tomando decisiones y otra mayor y desconocida en la que se escapa de nuestro control y únicamente somos partícipes o meros observadores...
La Aceptación es la clave. Fluir con la Vida. Agradecer cada día. Amar, disfrutar y celebrar nuestra existencia.
Sentir, reír, llorar, aprender de cada momento.
5 respuestas a “Pura Emoción, pura Vida”
Vive, sonrie y se feliz.
Ese es mi lema de vida. Un abrazo
¡Magnífico lema! Lo comparto, sin duda! ;D
Gracias por estar ahí.
¡Ánimo con todo!
Un fuerte abrazo.
Por fin, me he sentado tranquilamente a leer tus textos. Ha sido un placer. Comparto tu sentir plenamente.
¡Gracias, Ana! Me alegro que sea de tu agrado y haya sido placentero. Un abrazo y a seguir sintiendo con intensidad…la Vida! 😉
Por fin, me he sentado tranquilamente a leer tus textos. Ha sido un placer. Comparto tu sentir plenamente.